domingo, 11 de diciembre de 2011

el buen goodbye



Mirando aquella mujer desnuda puedo percibir sus añicos. Vidrios de porcelana cuelgan de su pecho manzo y dolorido. 
El crepúsculo colma la noche. Mujer que llora, hombre que destroza. Pasado y presente se juntan en una sola moneda para cuestionar el futuro, el azhar que los pudo. Quienes eran y quienes son, todo se sintetiza en una sóla canción.
Bailando, cantando distraen sus penas, qué si no hacer por esta condena.
Dos cuerpos distintos, sufriendo lo mismo, queriendo distinto y muriendo lo mismo.
La tristeza es una estación que pesa. Cuando el sol marque el fin de la ficción, se producirá la crucificción: el guardián y el buen goodbye. Pero, aunque el recuerdo intente mantener intacto ese pasado al haberlo intentado, sus cuerpos crispados y sus almas ensordecidas volarán hacia otros sueños, a las últimas alegrías

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