La desesperanza de saber que no hay camino, no hay destino, ni final
esa crueldad marchita, que nos aprisiona lentamente, hasta no ser, y menos perecer;
¿cómo se puede creer en una mejoría en un encierro?...
¿cómo puede existir tanta hostilidad social, tan poca reflexión?
Burbujas caminantes, Microclimas humanos abundan en las calles,
y una profunda enajenación mental...
No duele el golpe, no duele la palabra llana, no duele el apaciguamiento tanto como la INDIFERENCIA.
Es la indiferencia que se extiende hasta el momento de repartir culpables, y allí sí actúa la representación social desmoralizante: SOS UN CHORRO, ESTÁS LOCO, ME ROBASTE, HAY QUE ENCERRARLO POR LOCO,POR TRAFICANTE,POR NEGRO, POR ESCLAVO,POR SUDACA,POR BOLITA...POR NO SER LO QUE SOY
Atemos cabos y sacrifiquemos el orgullo de ser blanquitos y de clase media. En la desigualdad social, en el encierro institucionalizado, en la vida callejera; hay una aceptación cotidiana, del día a día que nos vuelve cómplices...nunca lo olvidemos.
esa crueldad marchita, que nos aprisiona lentamente, hasta no ser, y menos perecer;
¿cómo se puede creer en una mejoría en un encierro?...
¿cómo puede existir tanta hostilidad social, tan poca reflexión?
Burbujas caminantes, Microclimas humanos abundan en las calles,
y una profunda enajenación mental...
No duele el golpe, no duele la palabra llana, no duele el apaciguamiento tanto como la INDIFERENCIA.
Es la indiferencia que se extiende hasta el momento de repartir culpables, y allí sí actúa la representación social desmoralizante: SOS UN CHORRO, ESTÁS LOCO, ME ROBASTE, HAY QUE ENCERRARLO POR LOCO,POR TRAFICANTE,POR NEGRO, POR ESCLAVO,POR SUDACA,POR BOLITA...POR NO SER LO QUE SOY
Atemos cabos y sacrifiquemos el orgullo de ser blanquitos y de clase media. En la desigualdad social, en el encierro institucionalizado, en la vida callejera; hay una aceptación cotidiana, del día a día que nos vuelve cómplices...nunca lo olvidemos.
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