¡Qué ingenuo poder llegar a creer que podemos modificar personas, atravesarlas...robar la misma esencia de su ser para transformarlo en algo más o menos acorde a nuestros anhelos!. ¡Qué egoista poder llegar a caer siempre en esa pequeña trampa, aunque creamos en el cliché de decir "No podemos cambiar a nadie"; en el fondo nos convencemos de esa omnipotencia!. ¡Qué terrible es aquella desilución que conlleva haber apostado a poder hacerlo!. ¡Qué frustración darse cuenta que no lo quisieron como uno era, que hemos sido engañados por un tiempo por ese amor verdadero; o que nos hemos auto-engañado por amar a un otro-que-no-es!. ¡Qué contradictorio que todo esto puede sonar si en vez de una simple ilusión, sumamos que la persona confundida de amar a una ilusión, en el fondo carece de la tolerencia amorosa para aceptar a las personas como son; no es aquella que permite no sobreexigirse y dejar a un otro beber del ser!. ¡Qué díficil es no resultar lineal para estas cosas, pero ambas son convincentes!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario