Críticas y opiniones sobre el sistema sanitario:
“-¿Cuáles fueron los mayores problemas que encontró en el Hospicio?
-Sin duda alguna, el problema del enfermo abandonado. Cuando entré
había aproximadamente 4.500 enfermos, y de ellos, de esa gran cantidad de
seres, más del 60% estaban aislados, no eran visitados por nadie, sufrían de
abandonismo. Además, soportaban un trato pésimo” (Zito Lema Vicente, “Conversaciones
con Enrique Pichon-Rivière sobre el arte y la locura, 1997, pp 71)
Aquí Pichon-Rivière se refiere al
Hospicio de las Mercedes, donde percibe que el maltrato proviene principalmente
de los enfermeros, que no tenían conocimiento alguno sobre los problemas de
salud y la enfermedad mental. Ellos no podían dar ningún tipo de explicación;
no sabían que decir a los enfermos y a sus familiares.
Lo político también influyó mucho
allí. Pichon al hacerse cargo de la enseñanza de los enfermeros
y al querer cambiar la política organizativa dentro del hospicio, fue
brutalmente criticado y sufrió consecuencias dentro del Hospital. Entre ellas,
sus enfermeros asignados a su sala
fueron expulsados. Además por pertecer la
fracción aliancista era el foco de difamación y de agresión. Él fue golpeado
física y psicológicamente, y fue acusado de consentir la homosexualidad dentro
del hospital. Finalmente renuncia y habla con el doctor Hortensio Quijano (vicepresidente
de la Nación)
quien le aconseja renunciar, ya que de otro modo iba a ser exonerado. No había
cargos concretos en contra, pero los trabajos habían creado resistencia en
ciertos grupos políticos muy reaccionarios y muy poderosos. La tensión era
insostenible.
El Hospicio estaba notoriamente
abandonado, había una gran incomunicación con los enfermos, los médicos por
otra parte eran pocos y su sueldo era bajo. Además, ellos no estaban lo
suficientemente preparados para asumir la responsabilidad que significa ayudar
a quebrar la incomunicación de otro hombre. Había, entonces, gran cantidad de
psiquiatras que realizaban experiencias no dinámicas, estereotipadas, ya que no
encaraban los problemas con los pacientes, solamente teorizaban sobre ellos. Los
médicos resistentes al cambio por su ideología y personalidad autocrática, se
ven imposibilitados de encarar una problemática dialéctica en el vínculo
terapéutico, establecen en sus pacientes relaciones jerárquicas en las que se
reproduce el vínculo dominador-dominado.
Pueden establecer, quizás, una simbiosis o situación siamésica, pero
nunca un vínculo operativo. Hay allí,
detrás una jerarquía irreversible establecida entre el “sano” y el “enfermo”,
particularmente instauradas en las instituciones asilares, que genera actitudes
psicóticas pasivas en los enfermos.
Pichon afirma, entonces, que todo
esto no es aislado si no conforme a una ideología que sustenta la poca
importancia y dejadez de la salud psiquiátrica, como a su vez, responde a un
sistema social y político de una sociedad de clases.
Afirma y fundamenta: “El análisis de los distintos criterios y
definiciones de salud y de las formas de organización y asistencia que aquellas
aspiran o justifican nos remiten a sus condiciones de producción, condiciones
que son históricas, económicas y políticas. Toda teoría de la salud y
enfermedad implica y reenvía a una concepción del sujeto, del mundo y de la
historia que lo fundamenta” (Vicente Zito Lema,“Conversaciones con Enrique Pichon-Rivière sobre el arte y la locura”,1997,
pp. 78)
Pichon postula y explica que el criterio que
permite definir una conducta patológica está emparentada, primero con un
sistema de representaciones; segundo, con una infraestructura de relaciones
sociales, de producción, legitimadas a su vez en ese sistema de
representaciones que orienta las expectativas sociales y las encuadra.
El criterio de salud es funcional
en el sistema de relaciones sociales, y en el vigente corresponde a una
condensación de ideas de la clase dominante, funcional con sus propios
intereses. Por este motivo, quien corrompe las normas establecidas por esta
clase dominante, debe sufrir las consecuencias atroces (discriminación,
descalificación sistemática de sus actos y pensamiento). Es lo que sucede en
los Hospicios. La crisis social, política y económica está muy emparentada con
la enfermedad mental ya que desencadena depresión.
Considera que la mayor dificultad
de la psiquiatría argentina es su falta de dinamismo, y con ello, el
perseguimiento y freno a los médicos que van contra esta falta.
En “Psicología de la vida cotidiana”, Pichon ha marcado que durante
años las ciencias del espíritu negaron al hombre total, fragmentándolo de su
estructura y destruyendo su identidad. En un caso particular, de esta ideología
nació la psicología disociante y despersonalizada para la cual la mente se
disgrega en compartimentos estancos, ocasionando que el psicólogo trabaje con
la imagen de un hombre estático y aislado de un contexto social.
Cuando Pichon utilizó por primera
vez la técnica analítica en el Hospicio fue a partir de una previa observación de los internados,
llegando a la conclusión de que los psicóticos siempre tienen momentos lúcidos
en los que pueden llegara comprender, a
tener conciencia de lo que sucede. Es allí, en esos intervalos donde se puede
practicar el psicoanálisis. El psicoanálisis no tiene límites, según Pichon,
todo es cuestión de técnicas y de la capacidad del operador. El psicoanálisis
es, en esencia, un instrumento perfectible, los fármacos no lo reemplazan, así
como tampoco las terapias con electroshock, que tanto se utilizaron en los
Hospicios durante mucho tiempo.
El psicólogo , por otra parte, debe trabajar
en los Hospicios para entender los límites mismos del hombre, tener un panorama
global de las situaciones sanitarias y de la enfermedad mental.
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