martes, 10 de julio de 2012

PICHON RIVIERE


Críticas y opiniones sobre el sistema sanitario:

“-¿Cuáles fueron los mayores problemas que encontró en el Hospicio?
-Sin duda alguna, el problema del enfermo abandonado. Cuando entré había aproximadamente 4.500 enfermos, y de ellos, de esa gran cantidad de seres, más del 60% estaban aislados, no eran visitados por nadie, sufrían de abandonismo. Además, soportaban un trato pésimo” (Zito Lema Vicente, “Conversaciones con Enrique Pichon-Rivière sobre el arte y la locura, 1997, pp 71)

Aquí Pichon-Rivière se refiere al Hospicio de las Mercedes, donde percibe que el maltrato proviene principalmente de los enfermeros, que no tenían conocimiento alguno sobre los problemas de salud y la enfermedad mental. Ellos no podían dar ningún tipo de explicación; no sabían que decir a los enfermos y a sus familiares.
Lo político también influyó mucho allí.  Pichon  al hacerse cargo de la enseñanza de los enfermeros y al querer cambiar la política organizativa dentro del hospicio, fue brutalmente criticado y sufrió consecuencias dentro del Hospital. Entre ellas, sus enfermeros asignados  a su sala fueron expulsados. Además por pertecer la fracción aliancista era el foco de difamación y de agresión. Él fue golpeado física y psicológicamente, y fue acusado de consentir la homosexualidad dentro del hospital. Finalmente renuncia y habla con el doctor Hortensio Quijano (vicepresidente de la Nación) quien le aconseja renunciar, ya que de otro modo iba a ser exonerado. No había cargos concretos en contra, pero los trabajos habían creado resistencia en ciertos grupos políticos muy reaccionarios y muy poderosos. La tensión era insostenible.
El Hospicio estaba notoriamente abandonado, había una gran incomunicación con los enfermos, los médicos por otra parte eran pocos y su sueldo era bajo. Además, ellos no estaban lo suficientemente preparados para asumir la responsabilidad que significa ayudar a quebrar la incomunicación de otro hombre. Había, entonces, gran cantidad de psiquiatras que realizaban experiencias no dinámicas, estereotipadas, ya que no encaraban los problemas con los pacientes, solamente teorizaban sobre ellos. Los médicos resistentes al cambio por su ideología y personalidad autocrática, se ven imposibilitados de encarar una problemática dialéctica en el vínculo terapéutico, establecen en sus pacientes relaciones jerárquicas en las que se reproduce el vínculo dominador-dominado.  Pueden establecer, quizás, una simbiosis o situación siamésica, pero nunca un vínculo operativo.  Hay allí, detrás una jerarquía irreversible establecida entre el “sano” y el “enfermo”, particularmente instauradas en las instituciones asilares, que genera actitudes psicóticas pasivas en los enfermos.
Pichon afirma, entonces, que todo esto no es aislado si no conforme a una ideología que sustenta la poca importancia y dejadez de la salud psiquiátrica, como a su vez, responde a un sistema social y político de una sociedad de clases.
Afirma y fundamenta: “El análisis de los distintos criterios y definiciones de salud y de las formas de organización y asistencia que aquellas aspiran o justifican nos remiten a sus condiciones de producción, condiciones que son históricas, económicas y políticas. Toda teoría de la salud y enfermedad implica y reenvía a una concepción del sujeto, del mundo y de la historia que lo fundamenta” (Vicente Zito Lema,“Conversaciones con Enrique Pichon-Rivière sobre el arte y la locura”,1997, pp. 78)

 Pichon postula y explica que el criterio que permite definir una conducta patológica está emparentada, primero con un sistema de representaciones; segundo, con una infraestructura de relaciones sociales, de producción, legitimadas a su vez en ese sistema de representaciones que orienta las expectativas sociales y las encuadra.
El criterio de salud es funcional en el sistema de relaciones sociales, y en el vigente corresponde a una condensación de ideas de la clase dominante, funcional con sus propios intereses. Por este motivo, quien corrompe las normas establecidas por esta clase dominante, debe sufrir las consecuencias atroces (discriminación, descalificación sistemática de sus actos y pensamiento). Es lo que sucede en los Hospicios. La crisis social, política y económica está muy emparentada con la enfermedad mental ya que desencadena depresión.
Considera que la mayor dificultad de la psiquiatría argentina es su falta de dinamismo, y con ello, el perseguimiento y freno a los médicos que van contra esta falta.
En “Psicología de la vida cotidiana”, Pichon ha marcado que durante años las ciencias del espíritu negaron al hombre total, fragmentándolo de su estructura y destruyendo su identidad. En un caso particular, de esta ideología nació la psicología disociante y despersonalizada para la cual la mente se disgrega en compartimentos estancos, ocasionando que el psicólogo trabaje con la imagen de un hombre estático y aislado de un contexto social.
Cuando Pichon utilizó por primera vez la técnica analítica en el Hospicio fue a partir de una  previa observación de los internados, llegando a la conclusión de que los psicóticos siempre tienen momentos lúcidos en los que pueden llegara  comprender, a tener conciencia de lo que sucede. Es allí, en esos intervalos donde se puede practicar el psicoanálisis. El psicoanálisis no tiene límites, según Pichon, todo es cuestión de técnicas y de la capacidad del operador. El psicoanálisis es, en esencia, un instrumento perfectible, los fármacos no lo reemplazan, así como tampoco las terapias con electroshock, que tanto se utilizaron en los Hospicios durante mucho tiempo.
 El psicólogo , por otra parte, debe trabajar en los Hospicios para entender los límites mismos del hombre, tener un panorama global de las situaciones sanitarias y de la enfermedad mental.

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